Alimentación escolar

De Coredem
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“Según los últimos datos de la FAO, existen hoy 53 millones de personas alimentadas insuficientemente en América Latina, de las cuales 9 millones son niños menores de 5 años. Esta media oculta enormes diferencias entre los países, en el continente más desigual del mundo. Mientras que Argentina alcanza un 2,4% de desnutrición, Guatemala sufre de un 23%”.


Según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA), la nutrición y la educación son la inversión más productiva para la economía futura, como lo demuestra la prosperidad que encontraron numerosos países después de la guerra, por ejemplo Alemania, Japón o Finlandia. Esta perspectiva es tanto más interesante pues se produce en un contexto caracterizado por el crecimiento de la obesidad en los más jóvenes y las complicaciones vinculadas a esta enfermedad.


Según las estimaciones de 2006, hay actualmente más obesos en los países en desarrollo y los países en transición económica que en los países industrializados. Esta realidad debe ponerse en relación con la omnipresencia de los productos de consumo rápido, ricos en ácidos grasos, pobres en minerales, a veces vendidos al interior incluso de las escuelas. Combatir el hambre desde la infancia es un objetivo, es necesario orientar a la promoción de una alimentación sana y duradera.


Desde la Cumbre mundial sobre la alimentación (Roma 1996), la FAO ha reiterado la importancia de la educación y de la soberanía alimentaria para romper este ciclo infernal de la pobreza. Bajo el concepto de “Educación y alimentos para todos” ha intentado promover las iniciativas que tienden a mejorar la condición de las comunidades rurales a través de educación y la alimentación. Permitirle a un niño que reciba un desayuno en la escuela induciría a:

  • que los padres estén más interesados por enviar a sus niños a la escuela
  • que los niños tengan un mayor interés en asistir a clases
  • que los niños tengan los recursos necesarios para concentrarse y aprovechar del aprendizaje escolar.


Ante este reto principal, varias iniciativas han tenido lugar en América Latina para romper este ciclo endémico de la pobreza e intentar lograr los objetivos del Milenio para el desarrollo (OMD) fijados por las Naciones Unidas para 2015: El “Programa Nacional de Alimentación Escolar” y “Hambre Cero” en Brasil, el Plan Nacional de Seguridad alimentaria llamado “El hambre más Urgente” en Argentina, el Programa “Bogotá sin Hambre” en Colombia, etc. Estas experiencias muestran la actualidad de la lucha contra el hambre y la necesidad de definir políticas públicas integradas que pongan en relación los retos propuestos por la educación escolar, con los llevados por el desarrollo rural sustentable y la promoción de un consumo sano y equilibrado.